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Planeta Verde: Palabras de Marco Tulio Giraldo en nuestra conmemoración de los 25 años

 

 

 

¡Buenas tardes para todas y todos! 

Soy Marco Tulio Giraldo García: campesino, desplazado, víctima del conflicto, viudo, esposo, papá, abuelo, cooperativista y reciclador de oficio.

Hace más de veinte años llegué a Planeta Verde, al lugar que me abrió sus puertas a mí, con mi desarraigo, con mi historia, sin preguntas, sin brechas. En este lugar, mis debilidades, mi tristeza, y mis miedos nunca fueron una carga, una obligación, o motivo de lástima. Mi situación, al igual que la de muchos otros compañeros y compañeras fueron el motor, el impulso, la fuerza para emprender una revolución, una gran transformación de la que ya no hay marcha atrás.

Llegué a Planeta Verde cuando éramos pocos, cuando no había recursos, cuando estábamos aprendiendo. Llegué a la cooperativa cuando todo estaba por construir, sin rumbo fijo. Cuando nosotros, al igual que las familias, las mascotas y los vecinos, sobrevivíamos de los residuos de la plaza de mercado, y nuestro futuro posible era solventar el día a día. Cuando aprendíamos desde el quehacer cotidiano, que solamente la solidaridad y el trabajo incansable nos sacarían de donde estábamos, y eran el voto de confianza y de fe para resistir. No había certezas, todo era dudas, solo una convicción en el alma: seguir adelante.

Poco a poco, fuimos profesionalizando y dignificando este oficio, pero no de cualquier manera: desde una apuesta por la vida digna, la vida querida. Hoy, con mis hijos grandes, con mis nietos creciendo, con la ausencia de mi primera esposa, y con el recuerdo entrañable de la vereda de donde me vine forzado y con miedo, puedo dar gracias a todos ustedes, mirándoles a los ojos y diciéndoles con todo el orgullo: «Mi casa cooperativa está de cumpleaños». El lugar de las nuevas oportunidades, de los comienzos, celebra veinticinco años. Aquí la vida de muchos, al igual que la mía, se transformó para bien. Se transformó a partir de una apuesta colectiva, social, comunitaria, guerrera. Una apuesta de defensa, de trazar rumbos que parecían imposibles, para trabajar unidas y unidos con un gremio que nos ha enseñado de fortalezas y permanencias. 

En este espacio, además de poder cambiar mi azadón por la carreta, y la tierra por el reciclaje, también hice mi primaria, mi secundaria. Aprendí a conducir, hice cursos complementarios, y especialmente: aprendí a ser un mejor ser humano.

Lo hicimos cooperativamente, lo hicimos solidariamente, desde lo pequeño, lo simple, lo sensible y sencillo. Lo hicimos marcando un precedente en este territorio del oriente antioqueño, tan golpeado por necesidades humanas y sociales, y dejando huella en todo un país y un continente, que hoy nos empieza a reconocer. Nunca ha sido fácil, no será fácil tampoco, porque llegan nuevos retos, y se enfrentan juntas las amenazas de siempre, con nuevas amenazas. Pero aprendimos, a que estando unidas y unidos, es posible seguir Reciclando por Naturaleza. A mis compañeros y compañeras recicladores, a las personas aliadas, a los amigos, a quienes nos han dado la mano en estos veinticinco años… 

Gracias, gracias, gracias.